23 de julio de 2014

La leyenda de Sang Ye – Hojas de Morera



La leyenda de Sang Ye – Hojas de Morera (Chinese Herbal Legengs. 50 Stories for Understanding Chinese Herbs)

Hace mucho tiempo, en una montaña llamada Yaoshan vivían una madre soltera y su hijo. El hijo era un buen chico; su nombre era Damu y siempre tuvo cuidado de su madre. Se ganaban la vida cultivando verduras y su vida no iba mal.

Una caída, tras una gran cantidad de lluvias, tuvo a la madre enferma en cama. Se sentía mareada y tosía cada día. Para curar a su madre, Damu fue por todas partes para encontrar los medicamentos adecuados. Sin embargo, la mitad de un mes pasó y la madre seguía estando muy enferma, y Damu estaba muy disgustado.

Un día, Damu se enteró de que había un monje que practicaba la medicina durante su tiempo libre y que vivía en un templo en Yaoshan. Él estaba tan contento con la buena noticia que quería llevar a su madre a la espalda para ver al monje. Sin embargo, su madre no quería ir porque pensaba que estaba demasiado lejos y que definitivamente heriría la espalda de su hijo por cuidarla a ella.

“Hijo mío, ya estás cansado de buscar hierbas. Yaoshan es una gran montaña; el camino hacia el templo es bastante empinado y es imposible que me lleves por ti mismo."
“No hay problema, Mamá. Si estoy cansado, podremos descansar. He oído que el monje es verdaderamente bueno con las medicinas. Él conoce muchas prescripciones.”
“Hijo, te creo. Pero yo no podría caminar hasta allí por mí misma y el templo está muy lejos para tú llevarme. Vas a salir lastimado si me llevas allí en tu espalda. Tal vez puedas ir  tú solo a ver al monje y traer de vuelta las hierbas. Intentamos eso, ¿de acuerdo?”
“Madre…”
“Solo hazlo como yo digo. No sufras por mí, puedo cuidarme sola.”

Antes de partir, Damu hirvió agua y la puso en un gran contenedor para que su madre bebiese. Sin embargo, al salir a toda prisa, se olvidó de poner la tapa en el recipiente. Unas horas más tarde, la madre tenía sed y quería beber un poco de agua. Cuando llegó al recipiente, se encontró con que había varias hojas de morera en su interior. Se dijo a sí misma: “el viento en otoño es muy fuerte y éste ha soplado muchas hojas hasta este agua.”  

Después de beber, la anciana se fue a dormir. Cuando despertó, se sintió mejor y el dolor en su cabeza fue más que aliviado así que bebió otra taza de agua. Era la puesta de sol. Las nubes blancas en el cielo se tiñeron de rojo por la luz del sol, al igual que Yaoshan. ¡Qué escena tan hermosa! 

En ese momento, Damu volvió. El sudor caía por su cara cuando él abrió la puerta.
“¿Estás bien, Madre?”
“Me siento mejor ahora. ¿Trajiste la medicina?”
“Mala suerte. El monje no estaba en el templo cuando llegué allí. Se había ido a algún otro lugar. Iré a verle mañana”
“Pareces cansado. Cómete la cena y vete a la cama temprano.”
“Estoy bien. Vamos a cenar.”
“No quiero comer. Es extraño. Me siento mejor después de beber el agua y quiero más.”

A la mañana siguiente, después de levantarse, la madre dijo a Damu que estaba recuperada y que quería dar un paseo. Damu estaba totalmente confundido:
“Madre, ¿tomaste alguna medicina?”
“De ningún modo, solo bebí algo de agua”
“Y, ¿pusiste algo en esa agua?”
“Nada, pero habían unas cuantas hojas de morera que el viento había transportado hasta el recipiente.”


Mirando las hojas del recipiente de agua, Damu no podía evitar pensar que las hojas de morera habían podido curar a su madre. Así, después del desayuno Damu hirvió agua, recogió algunas hojas del árbol de morera y las puso a hervir. Acto seguido se fue a ver al monje.

El monje, en primer lugar, preguntó detalladamente sobre la enfermedad de la madre. Entonces, le dijo a Damu que podía poner hojas heladas de morera dentro del agua y hervirla (recogidas tras una helada). Damu estaba muy emocionado cuando el monje le transmitió la prescripción porque, finalmente, comprendió que las hojas heladas de morera eran realmente una hierba efectiva para tratar el dolor de cabeza y resolver la tos, y que por eso su madre se había recuperado al beber de ese agua.

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